Hola a todos!
¿Como va ese verano? No sé donde vivís vosotros, pero aquí está haciendo un calor increíble. Cuando nos mudamos a la nueva casa en mayo, lo que más me gustó fue la cantidad de luz que tenía y lo bien orientada que estaba… hasta que llegó el calor.
La fachada está orientada al sur, y en esa misma fachada tenemos la entrada de la casa, el salón, y los cuatro dormitorios (dos arriba y dos abajo). Lo único que se libra del sol es la cocina, en la que cuando abrimos la puerta de la terraza se está de un fresquito.
La cuestión, desde que sale el sol hasta casi las tres de la tarde el sol entra hasta la mitad del salón.
En cuanto el sol gira seguimos teniendo mucha luz pero al menos ya no entra el sol directamente.
De momento lo que funciona es dejar las ventanas abiertas por la noche para que entre el fresco, y cerrarlas a los primeros rayos de sol. También hay que cerrar las contraventanas de fuera y así no entra el calor.
Hemos mirado la opción de motorizar persianas y ofrece muchas ventajas. Una de ellas es que la persiana no puede abrirse desde el exterior, con lo cual además cumple la función de seguridad ya que nuestra ventana da directamente a la calle. Otra ventaja es que se controlan con un mando a distancia; los vecinos ya no me verán más en pijama 😉 Además disponen de un sensor que hace que se bajen automáticamente cuando el sol es muy intenso y no hace falta estar pendiente de cerrarlas.
También nos planteamos si serían igual de útiles en invierno y lo cierto es que sí. Las persianas se cierran automáticamente al anochecer y eso reduce las facturas de calefacción. Todo son ventajas! Así que es una opción que la tenemos presente por todo lo que representa.
De momento y para aligerar la casa decidí quitarle tanto color marrón. La mesita de centro me la encontré tirada en la calle y espera pacientemente que le llegue el momento del tuneo, lo mismo que el mueble que tenemos justo detrás del sofá. Y como realmente me apetecía un proyecto rapidito pues la víctima ha sido la chimenea.
Este va a ser un proyecto en dos fases. La primera y más sencilla es pintar los ladrillos. La idea y lo que voy a hacer con la parte superior será tema para otro día.
Aprovecho para dejar claro que no tengo nada en contra de los muebles de madera en su color natural; durante muchos años mi casa ha estado decorada estilo colonial, y de hecho el mueble con marquetería en el que tenemos la tele no se me ocurriría pintarlo jamás. Simplemente los gustos cambian y ahora me apetece tener muebles claros y jugar con algunas piezas en concreto en su color natural… o como dice una amiga, en los muebles claros se ve menos el polvo!
A lo que vamos, lo primero fue encintar la parte metálica para no mancharla con pintura. Luego usé la pintura chalk paint casera rebajada con un poco de agua y le di una primera capa.
Hice lo mismo con los ladrillos. Como no me gustaba el tono grisáceo que tenía, decidí parte una segunda capa, esta vez menos diluída.
En menos de media hora estaba lista, seguro que el viento que entraba por la ventana también ayudó un poco.
Aparte de terminar la parte superior de la chimenea en cuanto me sea posible, la siguiente víctima van a ser las cortinas. Las que véis ahora encajaban muy bien en la otra casa pero aquí no las acabo de ver, al menos de momento con la chimenea en esos tonos marrones. De todos modos, la tela la compré en Ribes y Casals por 9€, y de ahí salieron las dos cortinas y cuatro cojines. Eso es lo bueno del DIY, que se adapta a todos los bolsillos!
Espero que os haya gustado, estaros atentos a la segunda parte del tuneo!
Gracias por vuestra visita,
Saludos,
Pili
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